con costuras suaves y suéter gris,
no fue necesario despedirte y verte ir.
La alarma sonaba tarde para cuando yo desperté.
Y yo te desperté sin querer.
Una mañana antes me levanté y te despedí.
Dos o tres cafés y todas las noches que escribías para ti.
Cerca del árbol de girasoles te contemplé,
dos estaciones antes de verte llorar.
Yo no quería estar aquí y verte ir.
Sobre ayer, el día en que te vi junto a mí,
en mis silencios discerní que yo nunca fui,
el hombre que te gustaría ver.
0 comentarios