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Las manecillas que se me habían hecho una tortura,
habían dado por fin con su objetivo principal aquí,
en el tiempo y lugar que te di para hospedar conmigo, descubrí más de una vez que yo no era para ti.
En tu enorme y misterioso mundo de discursos amargos, si no fue tu intención, con seguridad pude entender, que jamás pertenecería allí.